Equipamiento de servicios e ingreso principal 

Este edificio forma parte del equipamiento infraestructural y recreativo de un barrio en desarrollo en la ciudad de Funes, provincia de Santa Fe.
El proyecto propone reunir en una única pieza varios usos que en principio no deberían trabajar en conjunto y busca resolver de la forma más simple esta complejidad asumida. Definir en el entorno urbano un hito que anuncie el acceso y, a la vez, alojar una serie de maquinarias y dispositivos que se encarguen de generar electricidad, dotar de seguridad y tratar el agua para el consumo del barrio.
La pieza abstracta, de aspecto puro y monumental, esconde en su interior tanques de agua y una planta de osmosis inversa, que al ser elevada del suelo 5 metros se transforma en pórtico de acceso.
Esta gran “piedra” casi muda, presenta una serie de desplazamientos estructurales que generan tensiones en el espacio y le confieren al volumen una sensación de ingravidez. La geometría del casetonado de la losa, en un intencionado detalle, genera una serie de texturas que son descubiertas al atravesar el edificio, atendiendo a ese cambio de escala.
El cerramiento de mallas, bajo el gran volumen de hormigón, flota como una “nube” metálica; con el paso del tiempo será envuelto por el follaje, entonces el soporte se confundirá con la vegetación. Soporte y vegetación se fundirán en una única unidad.
Así, una serie de elementos contrapuestos son la constante en el edificio, y es en su interacción donde se define este complejo sistema.
En este espacio se desarrollan y complementan, tanto lo técnico como lo abstracto, lo artificial y lo natural, lo doméstico y lo simbólico.
 

Equipamiento recreativo 

Este proyecto se estructura a partir de premisas sencillas, que al combinarse producen una pieza compleja, aunque en apariencia simple.
La finalidad de este proyecto es ser apoyo para las actividades recreativas de un nuevo barrio en la ciudad de Funes. El programa conformado por un restaurante, una biblioteca, intendencia, vestuario y dos quinchos se nuclea en un único elemento para lograr así un edificio de carácter monumental, cuya escala sea acorde al paisaje circundante.
El emprendimiento se sitúa en una zona que es urbanizable gracias a las obras de infraestructura realizadas para controlar los desbordes del arroyo Ludueña. Históricamente estas tierras han sido inundables y de sustratos con un alto contenido de salitre que limita drásticamente el crecimiento y la diversidad de la vegetación. Es por esta cuestión que la pieza del basamento se constituye como un gran macetero cuya tierra, al mantenerse sin contacto con el terreno natural, permitirá el crecimiento de una gran variedad de plantas, posibilitando así una experiencia de colores, texturas y aromas que solo será posible en el interior del proyecto.
Si bien desde el exterior se percibe una simple barra de hormigón marcadamente longitudinal, en su interior 3 patios triangulares organizan los ingresos, la circulación y los programas. Estos vacíos generan impredecibles tensiones diagonales que, enfatizadas por la geometría del casetonado de la cubierta, conducen la mirada hacia distintos puntos focales del barrio o el paisaje. De esta manera lo predecible e impredecible se complementan.
La piel vegetal cumple un rol fundamental en la construcción material y vivencial del espacio. Por momentos es límite definido y en otros difuso, enmarcando o tamizando la mirada. De igual modo filtra la luz generando cambiantes texturas producidas por la sombra, reduciendo la temperatura y afectando la humedad del aire. Todas estar variables contribuyen a la generación de un microclima que da cobijo a sus visitantes.
Construir y complementar un paisaje es un complejo constante en este proyecto. La abstracción aparente de esta pieza se hace amable por el follaje, sin embargo, este componente natural tan rico es aquel que le otorga al edificio su carácter, tan particular como ambiguo.