Un clásico bar en el barrio Pichincha de la ciudad de Rosario cambia de firma y de propuesta gastronómica. El negocio en el que funcionó antiguamente una fábrica de gaseosas ahora ofrece cocina y tragos de autor preparados exclusivamente en horario nocturno. En consonancia con el nuevo producto, la búsqueda de nuevas texturas y sensaciones también define la imagen del local sin alterar su esencia sino que la profundiza. Así es que haciendo referencia a la gaseosa que con su particular envase dio nombre al lugar, se revisten techos y paredes con 28000 botellitas de plástico, material que pone de manifiesto la propuesta de vanguardia del nuevo emprendimiento. Un gran espejo en el techo de la barra genera múltiples reflejos y de manera lúdica eleva el suelo. El sector de los sanitarios es renovado por la intervención del artista plástico Leandro Serial, que ubica allí en techos y paredes a los mirones.